martes, 28 de mayo de 2013

Prisiones italianas: Carta de Maurizio Alfieri

Queridísimxs compañerxs, familiares, amigxs y solidarixs de nuestro hermano Stefano:
Comienzo abrazándoos a todxs de todo corazón con eterno afecto, esperando que todxs estéis bien de salud, os puedo decir lo mismo de mí, siempre con la cabeza alta, contra las prevaricaciones y las venganzas de algún “torturador biempensante”, que me dan la posibilidad de vivir con muchas comodidades y todo el confort, que me dan la oportunidad de regenerar el alma y el espíritu, ese espíritu rebelde que los muros jamás podrán encerrar, esas “cadenas” que se deshacen como nieve al sol, “gracias de corazón”, os lo agradezco.
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Os quiero explicar algo sobre mi pobre papá, al que siempre he querido y quiero, aunque ahora ya no esté.
Mi padre trabajaba 20 horas al día para permitirles a todxs sus hijxs (seis, tres chicos y tres chicas) que comieran, que encontraran siempre un plato caliente en la mesa, que nos compraran un abrigo y un par de zapatos una vez al año, sobre todo a mí, que era el más pequeño y quería que yo estudiase, pero solo lo hice hasta 5º de primaria, porque entendí la “esclavitud del trabajo”, que los oprimidos y los pobres siempre seguían igual, que la casta pertenece a pocos (y estoy contento de no ser parte de ella, soy apolítico).
Mi padre fue partisano, combatió por la libertad de todxs, por su pueblo, su tierra, contra el fascismo y el nazismo. Estuvo preso en un campo de concentración, me contaba que se comían los ratones, las piel de las patatas y que, a veces, tenían la suerte de encontrarse acelgas que nacían bajo el estiércol…
Acabada la guerra, mi padre tuvo que arremangarse, trabajaba como ferroviario, de noche vigilaba un garaje. Así en 1969, cuando yo tenía 6 años, emigró con la maleta de cartón a Milán. Dormíamos tres hermanos en una cama, yo era el más mimado, el filete me lo daban siempre a mí, porque tenía que crecer, mi madre siempre era atenta y cariñosa, por la tarde pan y nutella con plátano (“tiene potasio y lo necesitas para crecer”, decía). Mi madre tenía que atender a lxs hijxs y trabajaba en casa cosiendo o incluso haciendo esos trabajillos que antes te enviaban a casa para ensamblar todas las piezas.
He tenido dos padres honestxs, trabajadorxs, siempre dispuestxs a ayudar, también a lxs vecinxs. De hecho, en el funeral de mi madre el año pasado había una señora que llegó a Milán con 6 hijxs, sin marido (de Calabria), Franca, y mi madre cocinaba también para sus hijxs y me mandaba a mí por la tarde a recogerlxs y llevarlxs a casa para darles de comer. Franca vivía en la planta baja del edificio donde vivo, nosotrxs en el octavo piso (bloques populares).
Al ver a Franca llorando, diciendo haber perdido una madre, para mí fue una pena, pero esos bastardos del D.A.P. no me dejaban verla, ¡¡entendido!! Me gustaría tenerlos entre las manos, mirarlos a los ojos, poder decirles lo que pienso de ellos, que son seres infames, indignos de tener hijxs, indignos de ser y definirse como seres humanos.
Un día mi padre tuvo un ictus e isquemia, se quedó paralizado; estábamos en 1993, yo había salido después de 7 años de cárcel habiendo cumplido 2 y medio poco antes, por vencimiento de los plazos (siempre por bancos).
Después de dos meses en el hospital, decidimos que teníamos que llevarnos a casa a mi padre, porque mi mamá no quería moverse del hospital, así que lo llevemos a casa, con todo el amor del mundo. Sin embargo rápidamente me di cuenta de que mi madre estaba mayor y que no podía cuidar ella sola de mi padre, que había que limpiarlo, lavarlo y todos los cuidados que necesitaba (abandonado por el gobierno como lo hacen con todxs).
Mi madre estaba jubilada, mi padre en ese estado, por lo que, con todos los problemas, retomé el camino de la expropiaciones de bancos para permitir una vida normal a mis padres. Me alegro de haber hecho lo que hice, lo haría de nuevo, les pondría dos cuidadores a mi mamá y mi papá.
El Estado abandona a todxs, solo eran buenos para venir a casa a buscar un voto cuando había elecciones, y una vez al alcalde por poco no fui al ayuntamiento para tirarlo por la ventana, si se permitía todavía de pedirle el voto a mi madre, en lugar de interesarse por los problemas sociales que aquejaban a lxs ancianxs y a otrxs.
Volviendo a la escuela, ya que he escrito que solo tenia quinto de primaria, el liceo lo saqué en Beccaria (cárcel de menores). De Beccaria, me fugué. Yo estaba dentro por un robo en una joyería de 800 millones de £: era 1977, era un montón de dinero en aquel tiempo, pero en la prisión ayudaba a todos. Me escapé para ayudar a mi hermano que había sido detenido en Grecia, en Atenas; estaba en “Comotint”, corría el riesgo de la pena de muerte, fue arrestado por hachís, estaban los coroneles, solo pagando 200 millones conseguimos sacarlo fuera. Había huido para robar y salvar la vida de mi hermano.
En la cárcel, luego hice dos años de contabilidad y dos años de geometría, pero he leído muchos libros: La Interpretación de los sueños de Freud, Carl Gustav Jung, Tener o Ser y El arte de amar, de Erich Fromm, Siddhartha de Hermann Hesse , después libros sobre el fascismo, sobre los médicos del Tercer Reich y muchos otros. Sobre todo, hice un montón de gimnasia y la hago todas las mañanas, todos los días, excepto los domingos, por eso estoy en forma… Yo a los matones no los puedo ver, me he enfrentado muchas veces con las manos y, a veces, con otra cosa, hablo siempre de la cárcel. Puedo decir que cuando en la cárcel había homicidios y apuñalamientos siempre he sido respetado y querido por los más peligrosos, porque yo no me dejaba meter los pies en la cabeza por nadie, me hacia, y me hago, querer por todos. Incluso durante los robos me definían como el ladrón caballero; así es como me detuvieron en un banco, por haber ayudado a una mujer que se había desmayado al ver a mi coacusado maltratar al director. Así que por reanimar a la señora con un vaso de agua llegó la policía, ya que había saltado la alarma. Al principio, había conseguido engañarles por que tenía un traje de electricista, peluca y falso bigote: Yo le dije que sin duda la alarma había saltado porque estábamos intentando arreglarla, se habían alejado, pero por llamar a mi coacusado y no dejarlo solo, porque había bajado a la cámara, perdí tiempo. Así, desde la central les dijeron: “¡Idiotas, mirad que está la alarma y aquel que os ha hablado seguramente sea el atracador!”. Tan pronto como los vi regresar tomé la escoba en la mano y fingí que limpiaba en el banco, solo que mientras controlaban las matrículas y las cerraduras de los coches llegaron a nuestra moto (el “imbécil” de mi coacusado, por forzar la moto por la mañana, había dejado caer el bloque de arranque, por lo que se encendía solo con el destornillador). Así que sacaron sus armas y yo bloqueé todas las puertas del banco, nos rendimos con la intervención de un capitán de los carabinieri, porque si salíamos nos hacían un “colador”, así que optamos por una rendición condicional (6 de junio de 1994). La mía es una historia larga y… muy, muy movida…
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¿Visteis ayer (27 de marzo), en Ferrara, la concentración contra Federico Aldrovandi*! Hecho repugnante y vil. Hoy he escrito a lxs compañerxs de Turín y les he dicho que todxs nosotrxs tenemos que organizar una manifestación en apoyo de la pobre madre de Federico, que policía infames han ultrajado, con esa concentración bajo la oficina donde trabajaba. Y decir en Internet que a la madre del querido hermano Federico va todo mi afecto y mi cercanía por su dolor y que espero que a esos policías en la cárcel alguien les repague con patadas en la cara y una paliza como hicieron ellos con el pobre Federico, porque solo los cobardes ultrajan el dolor de una madre (asquerosos-sucios-infames-gusanos)…
Os pido que ponga en informa-azione mi dolor compartido con su querida madre, o toda mi carta, como queráis.
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Con mi rabia por otro asesinato de Estado, finalizo esta carta, abrazándoos a todxs de todo corazón, familiares, amigxs, compañerxs y solidarixs de nuestro hermano Stefano Frapporti, que torturadores infames arrancaron del amor y el afecto de sus seres queridos y de todxs nosotroxs.
Terni, 28 de marzo de 2013
Con la rabia en el corazón, un abrazo rebelde.
Os quiero,
Maurizio (a circulada)
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Telegrama escrito tras la concentración del 30 de marzo:
Hoy mis sentimientos son indescriptibles.
Doy las gracias a todo/as los hermanos, hermanas, compañeros/as y solidarios/as por la concentración de Rovereto (Roma), Trento, Milán, Turín, etc. Para dar las gracias a todos/as he escrito a “Ampi Orizonti” y al circolo Siete, mi energía, mi fuerza espiritual, mi deseo de venganza, mi corazón os acompañará en vuestro regreso a casa.
Allá donde vaya estaré con vosotrxs, rebelde y orgulloso de serlo.
Os quiero eterna y fraternalmente,
Maurizio
Para escribir a Maurizio Alfieri la dirección es:
Maurizio Alfieri
Casa Circondariale (CC) di Terni
Strada Delle Campore, 32-05100 Terni (Italia).
* Federico Aldrovandi era un chico de unos 19 años que, saliendo de una fiesta y de regreso a su casa, se encontró con tres policías que, sin motivos, le dieron tal paliza que lo mataron, luego los policías acusaron a Federico de atacarles. La madre de Federico hizo una denuncia publica y los policías acusaron a la madre, al final un vecino que fue testigo toda la escena del asesinato y que había grabado un video sobre la paliza, mandó el video a la televisión pública y se vio claramente la paliza que recibió, también se veía que había vecinxs que protestaban por tal paliza y como los policías  amenazaban a estos testigos.

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